Compartir

Por Francisco Leo.

Poco antes del mediodía del 8 de noviembre, fuera de la Intendencia de Santiago, ubicada en Morandé 93, se reunió un grupo de cerca de 20 ambulantes a manifestarse contra la represión por parte de la municipalidad y carabineros mientras realizan su trabajo. Las consignas de sus lienzos eran “Basta de criminalización al comercio ambulante” y “Esta lucha es por el derecho de vivir y trabajar en paz”.

Al hablar con varios de los manifestantes, les pregunté si eran una colectividad u organización la que hoy se convoca, a lo que respondieron que eran trabajadores que no estaban asociados, que solo se reunieron para esta ocasión y que pertenecían al sector de Estación Central y Santiago Centro.

Luego, pregunté por su relación con carabineros, a lo cual responden que es angustiante tener que trabajar escapando de ellos, recibiendo sus golpes, abusos y lidiando con las incautaciones de sus mercancías. Sin embargo, al momento de preguntarles su opinión sobre la violencia de parte de comerciantes ambulantes hacia manifestantes y la violencia de parte de carabineros a manifestantes, la conversación comenzó a cambiar su dirección.

Algunos comentaban qué, si bien no estaban de acuerdo con el asesinato de Francisca Sandoval por parte de un grupo de ambulantes armados (y que estos no representan a la totalidad de trabajadores ambulantes), tampoco estaba bien impedirles trabajar o que se destruyeran sus pertenencias. Al mismo tiempo, declaraban que la violencia de “cualquier lado” es igual de mala. Claramente, se iguala la pérdida del orden público necesario para su trabajo al asesinato de una periodista en contexto de manifestación en colaboración con la misma policía que les reprime.

Cuando surgió la pregunta sobre la paliza a estudiantes secundarios (que dejó a uno en coma), se comentó que carabineros debe resguardar la vía pública para continuar con su trabajo y que es injustificable que los estudiantes “flojeen 6 meses al año” y “anden haciendo alboroto”.

Por lo visto, no hay una crítica hacia la violencia extrema contra menores de edad o el asesinato de una periodista por parte de un trabajador de su propio gremio, hay un rechazo a las demandas populares, una exigencia de represión al resto de la clase trabajadora y al mismo tiempo exigen trabajar “libre” de la represión.

A modo de conclusión, en este grupo de trabajadores ambulantes que se manifestaron conviven bastantes elementos reaccionarios, al mismo tiempo que se exige que no se les reprima al momento de trabajar. Preocupante es que, mientras respaldan y exigen más violencia hacia la clase trabajadora, traten de situar su demanda en el campo popular.

Francisco Leo, Noviembre.