El día 23 de marzo de 2020, se aprobó el proyecto de ley, presentado por Sebastián Piñera, que establece modificaciones al Código del Trabajo para regularizar el llamado “teletrabajo”, aprovechando así la situación de pandemia que vive el país y el mundo para sacar su reforma de modernización cuyas aristas e implicancias no dejan de generar preocupación para nosotros, los trabajadores.
Desde el gobierno destacan que esta ley permitirá a los trabajadores y trabajadoras el poder acordar con su empleador el cambiar a esta nueva modalidad, ya sea de manera total o parcial, favoreciendo una descongestión en el horario de desplazo de las personas a sus lugares de trabajo, viéndose así favorecidos por la reducción en los tiempos de desplazamientos.
Sin embargo, algo que no ha sido considerado es todo lo que implica trabajar desde el hogar, además de la precarización que conlleva y la incertidumbre que existe frente a otras situaciones.
La nueva ley de teletrabajo impulsada por Piñera resulta preocupante e insólita, pues dentro de las modificaciones que se hacen a la actual legislación laboral, se habla de permitir una supervisión directa del empleador. ¿De qué hablamos?, en que podría traducirse en cámara de vigilancia. ¡Más agobio laboral! Nos quieren hacer creer que trabajar desde la casa implica mayor comodidad y más tiempo para cumplir con las actividades laborales, supuestamente ganando tiempo para nuestra vida personal, pero en ningún caso es así, solo llega para precarizar aún más la vida de los trabajadores.
De igual manera, el teletrabajo podría significar, eventualmente, un debilitamiento de la organización sindical, pues con él se presenta un nuevo desafío a las ya bajas tasas de sindicalización. Sin duda la distancia entre trabajadores dificultará el poder organizarse, sumado a la nula relación e interacción diaria entre los trabajadores y trabajadoras, todo esto se traducirá en una reducción de los derechos sindicales y laborales, configurando una ley que en nada beneficia a los trabajadores y trabajadoras, más bien, apunta a socavar sus derechos y, por otro lado, beneficiar a los empresarios abaratando costos de empleabilidad, pudiendo realizar contrataciones con menos beneficios y dejando un vacío en la fiscalización de los puestos de trabajo y las condiciones laborales.
Asimismo, no podemos dejar de mencionar la doble explotación hacia la mujer trabajadora. Según cifras de estudio “No es amor, es trabajo no pagado” (2020) realizado por la Fundación Sol, se revela que las mujeres realizan muchas más horas a la semana de trabajo no remunerado, siendo en total 41 horas semanales, en comparación a los hombres que realizan 19,9 horas. Ahora bien, si existen hijos e hijas de 0 a 6 años la cifra de horas de trabajo no remunerado en el caso de las mujeres aumenta a 70 horas semanales, versus las 31 horas de los hombres en misma situación. Nos preguntamos qué pasará con esta nueva modalidad en un contexto distinto. ¿Qué pasará con los hijos e hijas de las mujeres que desarrollan teletrabajo? Existe la incertidumbre sobre si tendrán la posibilidad de optar a salas cunas, mientras sus cuidadores desarrollan una jornada laboral desde el hogar. Pues, ahora vemos como se ha tenido que compatibilizar el cuidado de los hijos e hijas, las tareas de estos, el trabajo remunerado y el trabajo doméstico; todo en un mismo lugar, que muchas veces está lejos de ser un espacio acogedor y cómodo para cumplir con estas diversas funciones, pues sabemos lo difícil que es en Chile poder acceder a una vivienda de calidad que cuente con el suficiente espacio para contar con un lugar tranquilo que permita compatibilizar todo ese trabajo.
Debemos mencionar que dentro de la modalidad de teletrabajo, cada trabajador o trabajadora debe negociar de manera individual con su empleador las condiciones laborales, quedando, en muchos casos, a merced de lo que este imponga, existiendo nulas posibilidades de negociación que beneficien a las y los empleados.
Además de la extensión de los horarios laborales e incertidumbre del pago de horas extras, bien es sabido y hemos sido capaces de corroborar desde que comenzó esta nueva modalidad, que los horarios laborales no han sido respetados dentro de todo, extendiéndose más allá del horario acordado y no contabilizando estas horas como horas extras.
Así, podemos inferir que existirá una disminución de los sueldos, esto si se considera que muchos de los trabajadores y trabajadoras logran aumentar su sueldo en base a distintos bonos, ya sean de movilización o colación, permitiendo que, gracias a esta nueva modalidad de teletrabajo, las empresas se ahorren estos beneficios, lo cual genera un recorte considerable en los sueldos de los trabajadores.
Esta crisis sanitaria solo ha dejado en evidencia -nuevamente- la precariedad e injusticias que afrontamos los trabajadores y trabajadoras dentro del mercado laboral, viéndonos nuevamente enfrentados a la precarización del sistema.