Son cerca de las 10:30 del 11 de septiembre de 1973, es un día nublado. Marco Donoso, parte del equipo de seguridad de Salvador Allende, encontró en la mira de su rifle al enemigo. Apostado en la casa de seguridad de Tomás Moro, junto a sus compañeros del GAP, hizo frente a los militares que buscaban allanar la casa del presidente y derrocar al Gobierno socialista de Salvador Allende.
Por Ignacio Kokaly
A casi 50 años del Golpe de Estado, vuelve a pisar las calles en son de lucha. La Primera Línea del año 73’ se encontró cara a cara con la Primera Línea del 2019-2020. Primera Línea que ya existía antes del 18 octubre, pero constantemente era criminalizada y estigmatizada por los defensores de este sistema criminal y sus medios de comunicación masiva.
Cada viernes, Marco se prepara para desplegar a los pies del Cerro Santa Lucía su pendón que dice “La Primera Línea del año 73′ le da un glorioso saludo a la heroica Primera Línea de lucha del 2019”, listo para marchar en dirección a la Plaza de la Dignidad junto a sus demás compañeros movilizados a través de la Agrupación de Sobrevivientes del Dispositivo de Seguridad (GAP) Presidente Salvador Allende Gossens, organización que, además, preside.
Conversamos con Marco Donoso (MD) sobre los acontecimientos vividos en el país después del 18 de octubre y su conexión con los hechos que a él le tocó vivir el 11 de septiembre de 1973. Como señalaba el periodista argentino Rodolfo Walsh, “nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes y mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia parece, así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas. Esta vez es posible que se quiebre el círculo”. A continuación, la entrevista.
—¿Cómo es volver a caminar y pelear en las mismas calles después de tanto tiempo? ¿Qué representa para ustedes?
MD: El otro día una persona nos decía ‘Qué bueno que ustedes estén aquí’, y yo le dije que esto era una deuda que está pendiente con nosotros, y para nosotros no es lo mismo que para muchos otros. Para nosotros esto no concluyó el 11 de septiembre, esto no es de hace 30 años, esto es de cuando el 11 de septiembre de 1973 al pueblo de Chile le son arrebatados todos sus derechos (…) Para mí era un compromiso sagrado y jurado que teníamos que volver, en algún momento; que las grandes alamedas, como dijo el doctor, se iban a abrir. Entonces, cuando se da esto del 18 de octubre, le dije a los compañeros “oye, tenemos que estar ahí, esto es un compromiso sagrado nuestro”. Nos encontramos con la misma entrega; estos cabros lo están haciendo con su cuerpo, ni siquiera con armas, con piedras, con garrotes, los escudos son las famosas latitas de aluminio liviano con las que mandan la señal las empresas de comunicaciones. Volver a las calles y encontrarse con esta gente… A final de cuentas nos demuestra que los que están ahí arrastran las mismas miserias humanas que arrastran todos los demás compañeros y seres humanos de este país. Después de esto había que salir a la calle con orgullo, porque los orgullos, a fin de cuentas, se defienden, y se defienden con la historia que uno carga en la espalda (…) La gente nos recibió con mucho respeto, desde la primera vez que llegamos se dieron los aplausos, entonces era una cuestión, que por un lado te emociona, y por otro lado te das cuenta de que no estábamos equivocados. Es volver a recuperar las calles, esas calles que alguna vez nos vieron pasar, todas esas calles en que alguna vez las odas al fascismo hicieron vibrar a las fuerzas armadas chilenas… hoy en día, esta alegre rebeldía por parte de la gente joven es la que vuelve a decir ‘Aquí todavía nada ha terminado’ (…)”
Entonces, Marco vuelve al pasado con cada metro que avanza por las calles de la capital, y recuerda aquel día en que combatió, el rol de sus compañeros en la batalla y cuánto le costó a cada uno.
MD: Volver a pisar las calles de Santiago nuevamente, y mirar para atrás, y buscar algún vestigio de todo eso. De volver a entrar a La Moneda… Te embargan muchos recuerdos, de retroceder. El cerebro tiene una capacidad enorme para revivir y reconstruir escenas, uno se imagina. Retrocedo en el tiempo y me voy imaginando y recreando. Creo que hasta tiene la capacidad para reproducir los olores (…) podríamos hablar desde una gratificante experiencia amorosa, hasta un combate. Y se escuchan los retumbos, las órdenes, las balas”, relata, añadiendo, por ejemplo, que “Wagner Salinas y el ‘Huaso’ Gara son tomados en las afueras de Chillán el día del golpe de Estado porque los reconocieron unos Carabineros. “Hay otros que lograron pasar desapercibidos, y otros compañeros pagaron un precio… que son desaparecidos hasta la fecha”, mientras acto seguido detalla cómo su amigo, José del Fierro, hizo estallar un helicóptero con un lanzamisiles.
Y es que, de una forma u otra, los gritos, las escenas, el asfalto de las calles, no parecen haber cambiado demasiado.
—¿Usted cómo los recuerda a ellos? ¿Qué siente?
MD: Es una sensación… —Marco se interrumpe recordando— Como tú has podido ver, hay toda una fraternidad que nació el 18 de octubre. Nos volvimos a reencontrar. Entonces yo, cuando veo a estos cabros, cuando veo a estos compañeros, yo me miro en el espejo (…) Yo cuando veo a estos cabros, yo pienso “puta, estos cabros hubieran estado con nosotros ese día 11 de septiembre…”. Esto ellos lo están haciendo con su cuerpo, con sus manos”.
Marco recuerda el combate en Tomás Moros, y cómo un montón de chicos jóvenes llegaron a apoyar la resistencia contra los agentes del Estado.
“Cuando yo veo a estos muchachos tengo una sensación muy especial”— dice, como buscando una frase cuyas palabras encierren la solemnidad y magnitud necesarias para expresarlo.
—¿Cómo una nostalgia feliz?
MD: Es más como una alegría triste. Que es la que nos hace reencontrarnos.
—¿Alguna vez lloró con los recuerdos?
MD: Por supuesto, yo te digo, cuando me vuelvo a encontrar con mis compañeros, y los vuelvo a ver, cuando miro las fotos que tengo, yo no tengo el más mínimo problema para reprimir mi llanto, jamás lo he tenido (…) Alguna vez me escondí para llorar, y todo eso, pero un día, de repente, ya no. Cuando paso por La Moneda vuelvo a tener esa sensación”.
—¿Usted ve a sus compañeros reflejados en esta Primera Línea del 2019?
MD: ¿Sabes cuándo lo veo? Cuando han sido reprimidos de una manera increíble, entonces, me asemeja mucho al bombardeo en La Moneda.
En el año 1972, Marco Donoso estuvo en el Instituto Geográfico Militar. Usando sus conocimientos, creó un mapa de Chile que lo acompañó durante el enfrentamiento de Tomás Moro. Hasta el día de hoy, no deja de pensar en la particularidad que tenía ese mapa: la inscripción de la esquina. Cuando el documento llegó a manos del compañero a cargo del Montaje de Arte, Marco pidió que llevara por título “República Socialista de Chile”. Antes del bombardeo, logró sacar el mapa, lo enrolló y se lo guardó. Con el paso de los años se acuerda de ese elemento y piensa que para hacer la revolución social y llevar a cabo los sueños de justicia “uno tiene que mirar cara a cara el mapa del país de uno, mirarlo cara a cara y pensarlo como un jardín perfectamente posible”.
Un mapa para volver a casa

—Con todos los antecedentes ¿uno podría pensar que Chile está pagando el precio por todo lo que la política ha decidido evadir tras la dictadura? ¿Cree que esta rebelión es el reflejo de las heridas abiertas y aun sangrando de Chile?
MD: Yo creo que sí, mira, hay una frase que yo le escuché a mi mamá decir, dos días después (del golpe) que la vuelvo a ver en un lugar de Santiago. Me acuerdo que llorando dijo: “Este es el precio que pagamos por haber desafiado a la clase poderosa de Chile”. El haber hecho que Salvador Allende ganara la presidencia fue desafiar a la oligarquía de Chile. Y hoy en día quienes gobiernan quieren hacerle pagar un precio también a este pueblo por salir a manifestarse. Y está más que claro, desde el momento mismo en que hubo un primer muerto; desde el minuto en que este weon sale diciendo que en Chile hay una guerra. Tú compañero ese día hizo la típica pregunta de hasta dónde estamos dispuestos a llegar, y le digo “oye, si aquí las cosas están claras”, si nosotros volvemos atrás, a los tiempos de la dictadura, yo sabía el precio que íbamos a pagar, y hasta dónde nosotros nos la íbamos a jugar, pero cuando se da la manifestación del 18 de octubre salió harta gente joven con su alegre rebeldía y hubo un primer muerto, y la gente siguió en la calle, y hubo un segundo muerto, vinieron los primeros estallidos oculares y se sumó incluso más gente, vinieron más muertos… Entonces deja de ser una consigna barata el “patria o muerte”, o el “hasta vencer o morir”. Ya el mismo Piñera rayó la cancha de esa forma. Nos dijo “Bueno, si van a seguir ahí, ustedes saben a qué se están exponiendo”. Entonces está de más esa pregunta que nos hacen de hasta dónde estamos dispuestos a llegar. Todos los que estamos en la calle estamos dispuestos a llegar hasta las últimas consecuencias. Si ya van casi 30 muertos”.
—Yo arriesgo de no querer saber la respuesta, pero ¿Cree que algo ha cambiado estructuralmente desde el 73′?
MD: Bueno, aquí se reforzó un modelo. Se ha incrementado la injusticia. En los años 90’s fueron los militares los que se devolvieron a los cuarteles, pero fueron los grupos económicos los que se quedaron, y se trabajó en son de una democracia concertada y pactada con los militares— Dice, dejando entrever la decepción.
Vía de escape al 2020

De todos los acontecimientos que tuvieron lugar durante el enfrentamiento en Tomás Moro, hay uno en particular que a Marco le permitió salvar la vida. Y es que, mientras los aviones de la FACH surcaban el cielo para soltar sus bombas sobre La Moneda, uno de los proyectiles voló parte de la casa de seguridad donde los miembros del GAP se encontraban apostados. Rápidamente, se llevó a cabo la retirada.
Al salir de Tomas Moro llegaron a La Legua, y por la noche, mientras intentaban salir de la San Joaquín, se encontraron con una caravana de gente que venía, en ánimo de resistencia, desde San Miguel; y ahí venía uno de sus hermanos, él lo saludó, lo abrazó, pero de un momento a otro, decidió pasarle un paño por el rostro, y Marco se dio cuenta que el trozo de tela se había teñido de color negro. Eran todos los gases, los aceites de la metralla y parte de la adrenalina. Él no se dio cuenta, su hermano sí. En ese momento Marco reflexionó que todos los que estuvieron ahí para la fecha se encontraban en las mismas condiciones, pero nadie se había percatado, y que cuando la lucha comienza, no acaba, aunque hayan pasado años.
— Y ahora, en vista de cómo ha evolucionado, con todos los muertos que hay, con las actitudes que ha tenido la derecha ¿Cuáles son sus perspectivas sobre el futuro? En particular de la movilización y de la lucha. Por ejemplo, pensemos en marzo.
MD: A mí me cuesta hacer una lectura (…) Yo creo que nadie se hubiera imaginado la prolongación que ha tenido este movimiento, que llevamos más de 100 días. Nadie habría hecho ese pronóstico (…) La gente tiene claro que acá no se ha conseguido nada todavía, y uno podría pensar que eso es desastroso, pero aun así no ha dejado de estar el movimiento. Yo creo que nadie está pensando en abandonar la calle, yo veo que la gente se está inyectando el ánimo solo, y más allá de querer una nueva Constitución la gente está pidiendo que se vaya Piñera (…) yo tampoco me apunto mucho con el “Chile Despertó”, yo creo que este pueblo dejó de guardar silencio, porque nunca creí que estaba durmiendo. Nosotros los seres humanos tenemos una capacidad para ser masoquistas. Aguantamos y aguantamos (…) pero esto se desencadena cuando los mismos weones que estaban abusando, empiezan a burlarse en tu cara del abuso. Cuando la Ministra Hutt sale diciendo que se toca cualquier cosa en este país menos el pasaje del Metro, y los cabros dijeron “Ah, ¿sí? Entonces saltamos el torniquete”. El otro, de salud, muchos meses antes había dicho que la gente iba a los Cesfam a hacer vida social, el otro que sale diciendo que si la economía está mala aprovechen de comprar flores. Y entre toda esa burla la gente dijo “Yo no te aguanto a ti”. Tú te puedes sentir pasado a llevar por alguien, pero si más encima se mofa ahí, viene una reacción de la persona.
Mientras, respecto a la serie de proyectos represivos que el Ejecutivo ha impulsado para hacer frente al mes de marzo, Marco reflexiona que “(Piñera) venía instalando en el inconsciente colectivo el terrorismo (…) Es evidente que en Chile hay delincuencia, y que los portonazos y los asaltos son una cuestión que nos afectaba a todos (…) pero él venía instalando la idea de que en este país a cada esquina estallaba una bomba y morían 30 o 40 personas. No dejó de repetir eso (…) y tú viste para el estallido social, que estaban combatiendo contra un enemigo poderoso. Él necesitaba este elemento para sacar a los militares a las calles. Entonces sí tú me preguntas por un golpe de estado u ocupación armada de las calles, claro, si él puso las condiciones para que los militares nuevamente salgan a disparar contra la gente, porque nuevamente están amenazados los intereses de la oligarquía”, cuenta, recordando el toque de queda que se vivió en varias regiones del país.
—¿Algún mensaje para la Primera Línea del 2019-2020?

MD: El respeto y admiración más grande que puede haber. Me llama la atención la abnegación por la lucha, el haber roto tantas ataduras, reconocer su condición social. Escuchaba un día, y hasta la televisión viralizó este comentario de un muchacho que decía “mire, yo estoy aquí por mi abuela, mire las zapatillas que yo tengo, yo tengo que endeudarme para esto…”, o sea, la humildad y el orgullo con el que ellos han salido a defender sus derechos y sus ideales, y luchar contra este modelo. Eso es una cuestión que la valoro, la respeto, la admiro y de más está decirles que continúen, porque eso lo tienen muy claro. No bajar los brazos, porque como alguna vez escribí en un libro: “Arriba el ánimo compañeros, porque estando ahí el enemigo, ahí vamos a estar todos nosotros””.