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Valdebenito Portada

Era de noche, como cada viernes, miles de personas llegaron a la Plaza de la Dignidad a manifestarse contra el gobierno criminal de Sebastián Piñera. De pronto una bomba, como las miles que se han lanzado, con más frecuencia que antes, desde el 18 de octubre. Un impacto. Un ruido. Una vida que se apaga. “Vi a una persona del SAMU que estaba muy mal, que se tuvo que dar vuelta porque estaba casi llorando”, señala Nicolás Castro, reportero gráfico que presenció el asesinato de Cristián Valdebenito a manos de carabineros.

Por Ignacio Kokaly

Cuando a Carabineros de Chile le entregaron sus elementos, les dijeron que las escopetas antidistubios se disparaban a los pies, pero en la práctica las apuntaron a la cara para mutilar y cegar, les dijeron que los vehículos eran para movilización, pero decidieron usarlos para atropellar manifestantes, les dijeron que las bombas lacrimógenas se disparaban hacia el cielo, pero las dispararon directo a la gente, convirtiéndolas en proyectiles mortales. Y la noche del viernes 6 de marzo, fue precisamente uno de esos elementos el que le quitó la vida Cristián Valdebenito (48).

Cuando Nicolás Castro llegó a su casa luego de una intensa jornada de manifestación en la Plaza de la Dignidad, aún tenía sangre de Cristián en su brazo. El color escarlata contrastó con la polera morada del reportero gráfico, que aún no daba crédito a lo sucedido aquella noche: Un compañero de lucha estaba muerto.

Recuerda la noche como algo difuso, sabe de las capuchas y los gases lacrimógenos, pero los detalles, en su mayoría, están perdidos. Lo único que recuerda y que, difícilmente podrá olvidar, es el sonido seco de la lacrimógena impactando el cráneo de Cristián Valdebenito.

“Estaba sacando fotos en el lugar donde le llegó la lacrimógena, vino el piquete de carabineros, todos salimos corriendo y de repente se escuchó un sonido súper fuerte, que yo pensé que la lacrimógena le había llegado a una muralla, o algo así, pero me di vuelta y no era una muralla, le había llegado justo en la cabeza a un primera línea. Fue tan fuerte el sonido que de verdad yo pensé que fue a la muralla, pero fue la cabeza de él, que prácticamente se reventó. Entonces ahí yo me doy vuelta y corro dónde él, con la primera línea lo llevamos en brazos hasta un pedazo de tierra que había y ahí lo atendió una niña de la cruz roja. En ese lugar le sacaron la máscara antigás que tenía él. Su cabeza, en la parte posterior, no paraba de sangrar”, señala Nicolás, tratando de acomodar las piezas en su relato.

Es un hecho casi recurrente, pero ¿tú crees que hubo una predisposición de Carabineros para disparar a la cabeza o al cuerpo?

Sí, siempre es lo mismo, siempre, todos los viernes que voy para allá y siempre veo… Se supone que deberían dispararlas en 90°, pero no las disparan así, sino que disparan justo al cuerpo, y al que le llega le llega, lamentablemente, el viernes pasado le llegó en la cabeza justo al compañero— Dice con un dejo de pena en su voz.

De igual manera destaca que, a pesar de haber trascendido los fatídicos acontecimientos, carabineros en ningún momento dejó de disparar los gases tóxicos. “Cuando nosotros lo fuimos a dejar al SAMU, yo me devolví porque quería volver a ver el suelo, cómo quedó, si quedó algo de él o cosas así, y las lacrimógenas seguían volando, seguían rozándole a la gente que se tenía que agachar (…)”, relata, añadiendo que, mientras retiraban al Primera Línea herido de la calle, funcionarios de carabineros comenzaron a amenazar con “matarlos a todos”, entre risas y disparos, cuenta Nicolás.

Luego, el hecho se reviste de una gravedad aún mayor: Carabineros sabía que había un herido de gravedad en la calle, y no solo no hicieron nada por frenar el actuar, sino que lo usaron a su favor para arremeter contra la Primera Línea en Ramón Corvalán.

“Veo tantos heridos que me dije, perdón por que suene así, pero ‘Un herido más’. Y después, cuando lo llevamos al SAMU y lo trataban de reanimar y veíamos que no tenía pulso, yo quedé en shock y no paraba de llorar, lloraba afuera de la reja viendo cómo se subían arriba de él”, dice, mencionando su rol como fotógrafo independiente y lo que implica documentar estos acontecimientos.

Posteriormente, guarda silencio por un largo rato. En la grabación se oye su respiración en bucle, la cual se acrecienta en intensidad para lanzar una reflexión sobre la muerte de Valdebenito. “Además de tener pena y rabia, me preguntaba que somos humanos, que cómo una persona le puede hacer eso a otra persona, de ir con la maldad de hacer algo así. Los Carabineros están protegidos, tienen armadura, guanaco, zorrillo, y uno va a luchar y no tiene nada. Entonces siempre me pregunto por qué no piensan un poco antes, si la gente que va no son delincuentes, son gente normal que tiene una familia detrás. Siempre me pregunto lo mismo, y ese día me lo pregunté más (…) Voy con la mentalidad de que a alguien le puede pasar algo, pero antes de la muerte del Cristián nunca pensé que iba a pasar algo así, ver a una persona morir en la plaza. Nunca pensé ver algo así”, dice, añadiendo una crítica que cada vez se repite más entre los pensamientos de los chilenos; “siento un odio con Carabineros que no me gustaría tener, porque el odio no te lleva a nada, pero al ver a un carabinero siento odio de que quizás qué te puede hacer. Se supone que la policía de nuestro país debería protegernos, pero ya no los veo así, estoy al lado de ellos y siento miedo en vez de protección”, cuenta.

Además de hacer hincapié en las responsabilidades políticas del Gobierno, Nicolás revela un nuevo antecedente, señalando que, cuando entregaron el cuerpo de Cristián a sus familiares, este tenía cortes en la cara, los cuales no estaban presentes en el momento preciso que la lacrimógena le impactó, siendo los vestigios del eventual esfuerzo puesto en salvar su vida.

Luego, por unos minutos el espíritu de combate se desvanece, y cede el paso a la pena “vi a uno del SAMU que estaba muy mal, que se tuvo que dar vuelta porque estaba casi llorando. Me acerqué a preguntarle cómo estaba el Cristián, porque no nos daban ninguna información, y él me dijo que estaba mal, que en su experiencia sabía que no iba a sobrevivir (…) Cuando llegamos al SAMU a dejar a Cristián, cuando lo estamos reanimando, salieron dos personas de Primera Línea llorando, se acercaron los de Derechos Humanos a nosotros y comenzaron a abrazar a los de Primera Línea. Los cabros estaban llorando con su capucha puesta, y se acercó un viejito de Derechos Humanos y comenzó a abrazar a la Primera Línea, que estuvieran tranquilos, les decía, fue una escena bien fuerte”.

Sobre la misma, lanzó una crítica a los propios manifestantes congregados a metros de distancia, realzando la necesidad de ser conscientes con la lucha y la protesta, siendo un pilar fundamental de ellos a la Primera Línea. De esta forma, señaló que mientras la ambulancia se retiraba, “fuimos a correr a la gente que estaba en Plaza Italia, que estaba tranquila protestando. Salimos del campo de batalla donde murió Cristián y al llegar a la plaza y ver cómo la gente estaba tomando, como estaban riendo, mientras el Cristián estaba muriendo (…) Ellos van a sacrificar su vida y después caminas diez pasos y ves otra realidad, es fuerte, algunos estaban muy tranquilos y raja de curaos, había gente que trataba de correr y me miraban feo, como que se preocupaban de su ‘vacile’, de su cerveza y bailar”, señaló.

Hay un detalle que me preocupa harto porque Carabineros se ha enfrascado en desacreditarlo, el tema de si fue o no una lacrimógena.

Eso yo te lo puedo confirmar al cien por ciento. La vi, era una lata grande. Estaba doblada, aún caliente. Cuando le llegó a Cristián, la lata cayó y seguía expulsando gas lacrimógeno (…) En todos lados están diciendo que fue un elemento contundente. Pero yo estaba al lado de él cuando la lacrimógena le destrozó la cabeza— Cuenta.

El viernes 13 de marzo, Nicolás volvió a pisar Plaza de la Dignidad, mismo lugar donde la familia de Cristián Valdebenito rindió homenaje al fallecido Primera Línea, que se suma a la extensa lista de muertos a manos de agentes del Estado.

Nicolás no se llama Nicolás, sino que pidió mantener su nombre en reserva ante el temor a posibles represalias. Cuenta que actualmente, se encuentra ad portas de testificar en favor de la familia de Valdebenito, y que, además, busca proteger a su hermano, hecho que no es menor, según dice “Ahora que (Cristián) murió, lo veo como un hermano de lucha. Soy fotógrafo independiente y mi hermano menor es primera línea, y yo lo puse en el lugar de mi hermano…”, cierra, finalizando el relato sobre aquella noche en que un compañero, una vez más, fue asesinado por efectivos de Carabineros.