Por Dani K. Arroyo
Cuando Mario Rozas entregó su renuncia al cargo de General Director de Carabineros, dejando tras de el un historial sangriento que sigue, y a este paso seguirá impune, quien asumió la batuta de liderar la institución más criticada del país en este último tiempo fue Ricardo Yáñez, en ese tiempo subdirector de la misma institución. ¿Quién es, entonces, el nuevo oficial a cargo de las fuerzas represivas del país? Para los diputados Macaya y Melero, Ricardo Yáñez es una figura de izquierda, muy “zurdo”. Sin embargo, la realidad fuera de la visión distorsionada de la UDI pinta otro cuadro, el de un general cuyo actuar se queda dentro del mismo marco represivo y violento que su antecesor.
En su previo rol como director nacional de Orden y Seguridad, Yáñez adoptó un papel protagónico en la represión vivida por el pueblo en lucha. En el contexto de revuelta popular iniciada hace ya un año, Yáñez figuraba en este cargo tras bambalinas, dictando ordenes de seguridad desde las cámaras de seguridad en los cuarteles, llevando a cantidades de detenciones, mutilaciones y otras escenas de violencia. Así, Yáñez fue no solo cómplice, pero participante activo en la represión. Según el reporte sobre la violencia represiva vivida durante la revuelta, Amnistía Internacional señalaba que “los mandos estratégicos, como el general director o el director de orden y seguridad (DIOSCAR), habrían tenido numerosa información interna que permitía conocer los detalles de las operaciones, así como identificar alertas sobre irregularidades cometidas por sus subordinados, entre ellos, ciertos mandos operativos de la Zona Metropolitana.” Es decir, se puede vincular directamente a Yáñez con el ejercicio represivo del poder durante ese periodo.
Pero su actuar no se queda simplemente en el marco del periodo más efervescente de la revuelta. Más recientemente, Yáñez se ha visto cuestionado por el actuar de Carabineros durante el paro de camioneros ocurrido a mediados de este año, cuando, en contraste a la represión hacia el movimiento popular, se les dejo libre la cancha a las patronales de camioneros para paralizar al país, en pos de la legislación de una fuerte agenda represiva.
Además de lo queda claro en su actuar, las palabras en distintas ocasiones del General Yáñez dejan en claro que el oficial no tiene resquemores sobre la violencia que comete la institución que él ahora lidera. Cuando el joven A.A. fue empujado del puente Pío Nono por un carabinero en el contexto de una manifestación contra el régimen de Sebastián Piñera, fue Yáñez quien anunció que el joven se encontraba en la Clínica “en calidad de detenido” ya que “se ve que estaba cometiendo desórdenes en el sector de Plaza Italia”. Recientemente, luego de que el chorro de un carro lanza-aguas golpeara directamente en la cabeza y lanzara al piso a un manifestante en silla de ruedas, Yáñez justificó también su detención, acusándolo de estar involucrado en “situaciones de violencia”. Por último, cuando Carabineros asesinó a Aníbal Villarroel en La Victoria durante el aniversario del 18 de octubre, fue a Yáñez a quien le tocó informar el hecho, y agregó que “hubo un intercambio de disparos por parte del personal nuestro, estamos hablando de un hecho de un atentado a la autoridad, un atentado a un vehículo policial en que se hace uso de arma de fuego y en los entornos se da cuenta de una persona que llega fallecida al hospital”; es decir, lejos de responsabilizar a la institución, Yáñez criminalizó una vez más a manifestantes e intentó dejar a Carabineros como inocentes víctimas sin otra salida.
Queda claro entonces que Yáñez busca mantener la estrategia de criminalizar y perseguir legalmente a las víctimas de la represión ejercida sin falta por Carabineros, hasta en los casos más flagrantes. El historial represivo y mediático del nuevo General Director de Carabineros marca la pauta para una continuidad de la estrategia vigente de Carabineros, una agenda de criminalización y represión.