Por Dani K Arroyo
Con fecha del 5 de diciembre, más del 50% de los presos de la Cárcel de Alta Seguridad de Santiago se encuentran movilizados por la restitución de visitas dignas; de ellos, 47 internos se encuentran en huelga de hambre líquida e indefinida, y el resto en huelga de rancho, negándose a aceptar la comida entregada por el recinto penitenciario.
Esta ola de movilizaciones inicia el día 30 de octubre, con una huelga de rancho por la reanudación de las visitas por parte de los internos de la sección de máxima seguridad de la Cárcel. Tras la inadecuada respuesta de gendarmería y de las autoridades relevantes del Ministerio de Salud y del gobierno, 18 presos del sector 3H Norte de la Cárcel, incluyendo a los internos de la sección de máxima seguridad, anunciaron una huelga de hambre a través de un comunicado, donde exigen “la restitución de las visitas en un irrenunciable marco de dignidad”. El miércoles 2 de diciembre, se sumaron 29 internos más (15 del sector 3H Sur y 14 del sector 2H Sur), para llegar a un total de 47 huelguistas de hambre dentro de los muros de la Cárcel de Alta Seguridad; por otra parte, también se suma el módulo J a través de una huelga de rancho.
En el comunicado de anuncio de huelga de hambre, los internos de la Cárcel denuncian la utilización del Covid-19 para imponerles esta condición de aislamiento y separación de sus seres queridos, llevando ya 9 meses sin posibilidad de visitas, aunque no existan ningún otro tipo de precauciones sanitarias en el recinto penitenciario, llegando hasta a revelar una situación de contagio dentro de la Cárcel que fue mantenida en silencio por gendarmería: “en el periodo mayo-junio toda la población penal del cas fue contagiada de covid por gendarmes que mantuvieron en absoluto silencio dicha situación. El sistema de salud de este lugar sigue siendo altamente deficitario. Ningún control real o especial se nos ha entregado durante todo este periodo de pandemia”. Además, señalan la hipocresía de que las personas privadas de libertad no puedan ver a sus seres queridos, o que, de restaurarles ese derecho, se les impongan indignas restricciones de tiempo de contacto o de tipo de contacto, sin permitir si quiera un abrazo, mientras del otro lado de los barrotes la vida retoma una suerte de normalidad: “No podemos seguir esperando sus propuestas inhumanas de visitas mientras las playas, los lugares de diversión, las ciudades todas funcionan en esta nueva normalidad”.
Dentro de sus demandas, los presos movilizados también exigen la derogación de la modificación aprobada en pandemia al decreto de ley 321 sobre libertades condicionales, que dificulta el acceso a la libertad condicional para presos de larga condena y “que se ha aplicado contraviniendo el derecho penal internacional dejando a muchas personas presas con la complicidad del podrido Parlamento chileno” según el comunicado. Esto implicaría que la libertad condicional para presos y presas de larga condena podría ser evaluada a partir de la mitad de la pena cumplida, en vez de a los dos tercios, como lo señala hoy la modificación.
Además de las movilizaciones de los internos de la Cárcel, hay un contexto de agitación creciente del otro lado de los barrotes. En el marco de una campaña por la libertad de las y los presos políticos de la revuelta, familiares y amistades de estos dieron inicio a un ayuno rotativo, y organizaciones sociales, de apoyo, de amistades y familiares de las y los presos políticos llaman a una jornada internacional de movilización este 10 de diciembre. A esto se suman los barrotazos regulares convocados por la Coordinadora 18 de Octubre, que tienen por fin visibilizar la condición de aislamiento impuesta por la restricción a las visitas, que hoy a las 11 de la mañana tuvo lugar en la misma Cárcel de Alta Seguridad, en solidaridad con los huelguistas privados de libertad en el recinto.