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Son cerca de las 11 de la mañana y caminamos por Caracas en dirección a Los Presidentes, en la comuna de Peñalolén, específicamente en Lo Hermida. Nos dirigimos a la casa de Gonzalo LLancao, joven que el día 5 de diciembre sufrió graves quemaduras producto del carro lanza agua de carabineros. A medida que nos acercamos a la casa de Gonzalo, podemos observar los vestigios de los enfrentamientos en la población, en una mirada rápida al suelo encontramos 8 cartuchos de bombas lacrimógenas al costado de una cancha de fútbol.

Por Alexis Polo

Gonzalo LLancao tiene 26 años, es mecánico. Hace más de dos semanas que no puede trabajar producto de las quemaduras producidas por el chorro del carro lanza aguas de carabineros, tiene quemaduras de primer y segundo grado. Esta es su historia y visión de lo que está pasando.

Siempre he vivido en Lo Hermida. Tengo muy bonitos recuerdos de infancia jugando aquí con los chiquillos. Ahora ya estamos todos grandes y trabajando. Fue una bonita infancia en la población.

Sin embargo, siempre ha existido represión por parte de carabineros aquí en Lo Hermida, en el Valle, Caracas, en la Subcomisaria, siempre. Siento que mi infancia sí se vio perjudicada producto del actuar policial en las fechas conmemorativas, como el 11 de septiembre o el día del joven combatiente, porque esos días el aire es tóxico producto del disparo de bombas lacrimógenas, había que estar encerrado.

Desde el 18 de octubre la población vive en una tónica de organización, más que antes, y movilización, puesto que es la única forma de conseguir algo. A su vez, la única respuesta que obtenemos es represión a gran escala. Imagínate, están ocupando soda cáustica para quemarnos. Aunque lo estén negando, ellos pueden decir muchas cosas, pero si tenemos los casos, como el mío, por ejemplo, ellos ya no pueden decir nada.

El jueves 5 de diciembre, entre las once y doce de la noche, me encontraba sacando una bomba lacrimógena de una casa, en ese momento carabineros me ve y me apunta con el chorro del carro lanza aguas. Me escondí tras un árbol para que no me mojara. Sin embargo, carabineros tiro el chorro hacia arriba, tipo bombita y me mojó de esa manera. Me cayó en la cabeza y me corrió hacia abajo. Llegué a mi casa a ducharme, estaba bien. Después, en la mañana, me dolía el cráneo, me ardía y al tener contacto con el sol, empezaron a brotar las ampollas por la espalda, el cuello y la cabeza.

Fui al CESFAM y lo primero que me dijo el doctor fue que podía tratarse de una alergia y me dio paracetamol y clorfenamina, pero el paramédico me atendió antes, me dijo que eran quemaduras. Luego fui al Hospital Luis Tisné y me dijeron que eran quemaduras, tenía quemaduras grado uno y grado dos. Siendo las más críticas las que tenía alrededor del cuello.

Acá en Lo Hermida hay más manifestantes quemados, yo sé de algunos casos, pero no los conozco personalmente producto de que este territorio es bastante grande. Los voluntarios de salud nos han cuidado bastante acá, no tan solo a los quemados, sino también a los que han sufrido lesiones producto de bombas lacrimógenas y perdigones.

Nosotros también nos cuidamos entre los vecinos. Tratamos siempre de que las lacrimógenas no lleguen a las casas. Hemos visto lo dañino que es que una lacrimógena llegue al interior de una casa, familias enteras han tenido que salir corriendo cuando pasa eso. Carabineros dispara a los techos, a las viñas que tenemos acá al frente para que se quemen. Yo mismo he tenido que correr para apagar lacrimógenas, para que no se produzcan incendios. Tuvimos una casa que se estuvo quemando por una bomba lacrimógena, afortunadamente pudimos controlar el fuego y no pasó a mayores.

La represión que existe en la población por parte de carabineros es brutal, nos hemos organizado como vecinos para hacerle frente. Hemos sabido de casos de torturas en la 43° comisaría de carabineros y también acá en la subcomisaria que tenemos en frente, le pegaron hasta una mujer embarazada. El capitán de esta subcomisaria le da lo mismo lo que pase con la gente, autoriza toda forma de represión, nos disparan al cuerpo, a la cabeza, a ellos les da lo mismo. Ahora que les prohibieron disparar perdigones, nos disparan bombas lacrimógenas y nos queman con soda cáustica. Nos quieren asesinar. Tengo impotencia con eso, puesto que una piedra no es nada contra un líquido que te quema, una piedra puede golpearte y dejar un moretón, pero el líquido te quema la piel y pueden ser quemaduras muy graves.

Carabineros, la mayoría, se cree comando, andan con parches, tapándose los nombres, las caras. Eso quiere decir que pueden hacer lo que quieran. Ellos disparan directo a dañar, cómo los identificamos si se ocultan y la institución los protege. Por otro lado, Piñera ya no sabe dónde meterse. Solo ha generado leyes contra la gente y a favor de la represión de carabineros. Estuvimos mucho tiempo marchando pacíficamente y nunca nos escucharon, tuvimos que salir a la calle con todo y aun así no hemos ganado nada. El gobierno ha hecho uno que otro movimiento, pero no ha cambiado nada. La televisión solo muestra lo que les conviene a los dueños de la riqueza y nada más. Si no fuera por la primera línea, la gente no podría manifestarse, porque carabineros llega y comienza a lanzar bombas lacrimógenas y perdigones y es la primera línea la que los contiene.

Debemos poder contar con una salud de calidad, no es posible que si una persona tiene cáncer tenga que andar consiguiéndose dinero o haciendo bingos para pagar el tratamiento. La salud tiene que ser digna. Debemos poder tener pensiones dignas, no es posible que nuestros abuelitos tengan que sufrir tanto en su vejez. La esperanza que tengo es cambiar todo el sistema, que mejore para todos, mejorar la vida de nuestros adultos mayores, la salud, la educación, los sueldos. La gente trabaja para sobrevivir, para comer día a día, ni siquiera disfrutamos la vida. Hay gente que ni siquiera le alcanza para llegar a fin de mes, tiene que andar consiguiéndose y eso no es vida.