Para algunos fueron terroristas, para otros héroes que no dudaron en enfrentar a la dictadura a través de las armas. Sin embargo, todos coinciden en algo: el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, es fundamental para entender la historia política reciente de nuestro país. Este es un intento de reconstruir aquellos pasajes difusos de la trayectoria del FPMR a través de entrevistas realizadas a ex combatientes del FPMR y también a familiares de los rodriguistas.
La historia tras el fusil
Por Alexis Polo
30 de diciembre de 1996, quedaban un poco más de 32 horas para despedir el año y el sol de verano se hacía sentir con fuerza en la zona central del país. Eran cerca de las 15:00 hrs. y todo parecía normal y rutinario en la Cárcel de Alta Seguridad, de pronto un helicóptero comenzó a sobrevolar el penal y a disparar ráfagas de fusil contra los gendarmes que custodiaban el lugar, con esto se dio inicio a la Operación Vuelo de Justicia que desarrolló el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, para rescatar a Mauricio Hernández Norambuena, Pablo Muñoz Hoffman, Patricio Ortiz Montenegro y Ricardo Palma Salamanca. La Operación no duró más de tres minutos y fue todo un éxito para sus ejecutores; los cuatro frentistas lograron escapar ilesos del penal y mientras el helicóptero se elevaba, también la historia del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, como organización política, llegaba a su fin.
La era está pariendo un corazón
En septiembre de 1958, Salvador Allende enfrentó su segunda elección presidencial. Un mes más tarde, en el sector norte de Santiago, nació Raúl Alejandro Pellegrin Friedmann, quien jugaría un papel fundamental en esta historia.
Sus padres, Raúl y Judith, desde 1960 a 1964, participaron como arquitectos en un amplio proyecto de apoyo a la naciente Revolución Cubana. Raúl Alejandro y su familia, recibieron las influencias tempranas de ese singular proceso. De vuelta en Chile y durante el Gobierno Popular, Raúl se incorporó paulatinamente a sus actividades y proyectos. Con 14 años, se hizo militante de las Juventudes Comunistas en uno de sus trabajos voluntarios masivos en el verano de 1973.
El Golpe de Estado, su grado de violencia y la persecución de sus padres y amigos lo marcarían para el resto de su vida.
Santiago de Chile
El 11 de septiembre de 1973, y tras mil días de Gobierno Popular, Salvador Allende es derrocado por las fuerzas armadas. Este hecho no tan solo terminó con La Moneda en llamas y Allende muerto, sino que, además, trajo consigo asesinatos, torturas, detenidos desaparecidos, cárcel y miles de exilados. Las cúpulas de los partidos de izquierda se asilaron en embajadas y la conducción del movimiento popular quedó sin cabeza. Solo el Movimiento de Izquierda Revolucionaria se quedó a luchar contra el nuevo régimen que se imponía a través de sangre y fuego. Sin embargo, el MIR fue aniquilado y sus principales dirigentes se encuentran actualmente en condiciones de detenidos desaparecidos. Miguel Enríquez, secretario general del MIR y quien cayó en combate en 1974, al igual que Salvador Allende, se convirtieron en referentes para una generación que se empezaba a articular al interior y exterior de Chile para poner fin a la dictadura.
Fusil contra fusil
Raúl y su familia se asilaron en la embajada de la República Federal de Alemania, en ese momento él les dice a sus padres: “ya no me llamo Raúl, desde ahora soy Alejandro”. En un intento de desmarcarse de su padre, quien lleva el mismo nombre y militancia, para comenzar a escribir su propia historia.
Tres años vivieron en Frankfurt, para luego, y gracias a las conexiones de sus padres, trasladarse a Cuba. Raúl Alejandro, ya en la isla, se enteró que el Partido Comunista, desde 1975, preparaba un contingente como oficiales en escuelas militares cubanas. Sin vacilar se incorporó al curso de cadetes 1975-1978. Entró al curso con más de seis meses de retraso. Sus camaradas recuerdan de manera loable el esfuerzo realizado por Pellegrin para ponerse a la par de ellos en este nuevo camino; derrotero asumido por Raúl en absoluta coincidencia con su libre albedrío. Terminó su preparación y permaneció como jefe de una pequeña unidad de cadetes en la misma escuela que se formó, hasta mayo de 1979.
En la fecha señalada, y por iniciativa de Fidel Castro, un numeroso grupo de este contingente de oficiales comunistas, conocidos como Batallón Chile, salió hacia Nicaragua a combatir en la guerra que ese pueblo realizó contra la dictadura de Somoza. Allí, Raúl participó exitosamente en combates hasta finalizada esa parte del conflicto. Luego del triunfo de la Revolución Popular Sandinista, Raúl tuvo una destacada colaboración en la construcción del nuevo Ejército Popular. Hacia mediados de 1982 fue enviado a Cuba por un año a prepararse en lucha clandestina. Formó parte del primer grupo de oficiales seleccionados para el combate que se desarrollaba en Chile desde 1981 por numerosos grupos operativos, antecesores inmediatos del Frente Patriótico Manuel Rodríguez.
En mayo de 1983, Raúl Pellegrin ingresó a Chile junto a otros cuatro oficiales. De inmediato fue nombrado jefe de la incipiente organización, además de integrar la nueva Comisión Militar del PCCh, estructura subordinada a la Comisión Política de ese partido, que dirigiría todo el tema militar en los años de lucha contra la dictadura. Unos cuantos grupos operativos le fueron entregados al flamante jefe, además de una incipiente logística con que contaba el partido. Seis meses le costó a esta nueva estructura partidaria darse a conocer al país. Fue un 14 de diciembre 1983, con un “apagón” de energía eléctrica de alcance nacional, en que nació el Frente Patriótico Manuel Rodríguez a la luz pública.
A partir de 1984 esta organización realizó un salto exponencial en cantidad de miembros y en capacidad operativa. Nació y funcionó de manera independiente, aunque se subordinó plenamente al PC. Tenía una jefatura militar, que públicamente se le llama Dirección Nacional, y a Raúl Pellegrin, “comandante José Miguel”, ambas denominaciones con un carácter estrictamente comunicacional. Nunca al interior de la organización Raúl exigió que lo llamaran de tal manera. El año 1984 marca el crecimiento e impacto del FPMR en el país. Cientos de sabotajes y acciones espectaculares de propaganda armada se realizaron a lo largo de ese año. Su certeza política se lograba al desarrollar sus acciones en íntima relación con el estado de ánimo de luchas populares en contra de la dictadura. Las jornadas de protestas nacionales fueron el mejor marco político para el accionar del FPMR. En este mismo año comienzan los golpes al FPMR y las primeras víctimas de la represión y la tortura.
Raúl Pellegrin fue protagonista en la construcción y organización de esta impactante estructura militar. A lo largo de todo el año 1984 y 1985 el FPMR pasó a ocupar un lugar de primer orden en el plano nacional en la lucha contra la dictadura. Acciones nunca vistas en Chile, como cortes de puentes, de líneas férreas, hostigamiento a comisarías de carabineros o cuarteles de la CNI, a conocidas radios, secuestros a personalidades, siempre devueltas tras cumplirse los objetivos propagandísticos, todas acciones inéditas que impactaron a las fuerzas represivas de la dictadura.
En el año 1985, aterrizó en Chile Rodrigo Rodríguez Otero, conocido al interior del Frente como “Tarzán”. Sin embargo, el terremoto de ese mismo año, no le permitió conectarse con las estructuras de la organización. Fue por casualidad, y viajando en el metro, que se encontró con Roberto Nordenflycht, miembro de la Dirección Nacional del FPMR. Tarzán fue llevado donde se encontraba Pellegrin y se le encomendó la tarea de planificar el ajusticiamiento a Pinochet.
Entre mayo y junio de 1986, Mauricio Hernández Norambuena, “Ramiro”, se encontraba a cargo de unidades especiales que solo respondían al jefe del Frente, Raúl le comunicó que debía poner a punto al personal con el que él contaba para una “operación de envergadura”. En agosto fue informado que la fecha se aproximaba. Luego de quince días se le explicó de qué se trataba. Pellegrin le manifestó, someramente, que iban ajusticiar a Pinochet mediante una emboscada. Ramiro debía reunir al personal y plantearles a sus compañeros, sin decirle el objetivo, nada más que se trataba de una operación de envergadura y de disposición voluntaria. Las posibilidades de sobrevivir a la emboscada eran de un cinco por ciento. Los combatientes aceptaron sin vacilaciones.
José Joaquín Valenzuela Levi, “Ernesto”, estuvo a cargo de la planificación de la emboscada de aniquilamiento. Ernesto era uno de los combatientes más calificados del FPMR, especialista en táctica militar. Ernesto era oficial del Ejército Popular Búlgaro y pasó por Cuba y Nicaragua antes de retornar al país para hacerse cargo de las escuelas clandestinas. Ernesto era tranquilo, estudioso, sano, tan sano que también, como a Raúl, le apodaban el Yogur. Ernesto y Raúl eran grandes amigos.
La planificación consistía en emboscar y aniquilar a la comitiva del dictador, pero, finalmente, falló. No falló por la falta de arrojo, valentía y planificación, la misión no tuvo éxito debido a la negativa del PC de ocupar los lanzacohetes soviéticos, puesto que no querían ser conectados con el atentado. Los lanzacohetes Low que se ocuparon en esta operación no explotaron. Ramiro sostiene que, si se hubiesen utilizado los lanzacohetes soviéticos, otra sería la historia. Para Luis Rojas, ex combatiente del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, “la operación fue de un impacto mayúsculo: por sus consecuencias políticas, por su complejidad operativa, por la juventud y valentía de sus ejecutantes, por recuperar por primera vez un tanto la dignidad pisoteada de tantos chilenos asesinados, desaparecidos, torturados, presos, exiliados. Esta acción, independiente a cualquier consideración, hará perdurable al FPMR y a Raúl Pellegrin en la memoria de todos los chilenos”.
Sin embargo, y producto del atentado, la Central Nacional de Informaciones, CNI, desarrolló en 1987 una operación de venganza contra el Frente Patriótico. Durante los días 15 y 16 de junio se ejecutó la Operación Albania, también conocida como la Matanza del Corpus Christi, en la cual 12 miembros del FPMR fueron asesinados, entre ellos, José Valenzuela Levi, Ernesto, jefe del atento a Pinochet y uno de los mejores cuadros políticos militares de la organización.
Debo partirme en dos
El año 1986 había sido catalogado como decisivo para el Partido Comunista. Sin embargo, el fracaso en la internación de armas de Carrizal, el fallido atentado a Pinochet y sumado a la articulación de sectores que buscaban la salida negociada de la dictadura, hicieron tomar medidas al PC con el fin de sumarse y subordinarse a la Democracia Cristiana y a la salida pactada.
Salvador recuerda que, Raúl Pellegrin Friedman, en una mañana a fines de mayo de 1987, miraba a Luis Corvalán, Secretario General del Partido Comunista, con sus ojos azules muy abiertos, cuando este último le dijo con suavidad, pero no con menos firmeza, que la Dirección del Frente debía ser remplazada y sus integrantes serían enviados a otras responsabilidades. No era la primera de las reuniones con la dirección, pero si sería la única con Luis Corvalán. Raúl no se sorprendió, las contradicciones y diferencias de la dirección del PC con su trabajo militar en general, venían desde mayo del año anterior. Raúl le pidió a Corvalán si era posible establecer un diálogo político antes de tomar medidas orgánicas. Corvalán premunido de toda la autoridad que le daba el cargo le contestó: Yo no vine a discutir de política con usted, entregue el cargo y después se podrá discutir lo que quiera (…) Y si no es textual, pueden haberse dicho las cosas de otra manera. Esa fue la esencia del breve dialogo que dio inicio al proceso en que el FPMR dejaba de subordinarse al PC. Pellegrin se resistió a entregar su cargo y la organización. Salió como desencajado, abatido, comentó Salvador al verlo después del encuentro. Era el final de casi un año de discusiones y propuestas para solucionar el conflicto.
Pequeña serenata diurna
A principios de 1988, Carla Pellegrin se encontraba en La Habana. Una noche la fue a buscar hasta su casa Luis Rojas, “Chino”, le dijo que tenía que llevarla a un lugar. Ella le respondió que no podía, su hijo dormía. “Insistió tanto que tomé al Roberto y me subí al auto. Recorrimos La Habana, nos dimos mil vueltas por todas partes. Apenas me bajé del auto lo vi, ahí estaba el Alejo [Raúl Pellegrin] me decía que había que cambiar el modelo de organización, que se iba a abrir un nuevo período y era urgente contar con una organización político – militar. Pensaba que estaba loco, que por qué me decía eso, qué pasaba por su mente”. Años más tarde Carla se dio cuenta de todo lo que le dijo ese día, a pesar de toda la presión que caía sobre sus hombros, era capaz de pensar así, sin vacilar, sin demostrar todo el dolor por el que estaba pasando después de la Matanza del Corpus Christi y la ruptura con el PC.
A comienzo de marzo del mismo año, Carla se encontraba en Varadero, Cuba, junto a su hermano, y cuando subían al auto para regresar a La Habana, “empezó a sonar la canción de Silvio, Pequeña Serenata Diurna. El Alejo me miró con los ojos llenos de lágrimas, me contó que lo más triste que le había pasado en su vida fue la Operación Albania, ahí mataron a José Joaquín Valenzuela Levi, su gran amigo. Además, mataron a tanta gente valiosa para él. Mientras sonaba la canción, el Alejo me dijo: esta es mi canción favorita de Silvio, además, soy un hombre feliz, soy inmensamente feliz, porque puedo entregarme por completo a la causa más linda, que es por la vida, la libertad y quiero que me perdonen los muertos de mi felicidad”.
Ramiro, señala en el libro Un paso al Frente, editado el 2016, que “se necesitaba una estrategia de poder bien delineada, no solo con relación con la dictadura, sino, de hecho, más allá de ella, que asegurara una salida avanzada desde el punto de vista democrático y popular. Comenzamos entonces a hacer esfuerzos para construir una estrategia en esa dirección, la que fue elaborada finalmente en el verano de 1988, en gran parte por Raúl Pellegrin, que tenía una capacidad productiva extraordinaria, además de gran capacidad para escuchar”. Ramiro continua, “él se alimentó de la información y opinión de otros miembros de la Dirección Nacional, y el resultado de ese proceso fue la estrategia de Guerra Patriótica Nacional”.
En julio de 1988 se tenía previsto irrumpir con acciones simultáneas para presentar la guerra como un camino irreversible, a partir del convencimiento de la continuidad del dictador en el poder. La decisión inmediata es: una vez consumado el fraude post plebiscito, se deben tomar cinco o más sectores poblacionales emblemáticos de la capital, donde el Frente tenía experiencia y las condiciones preparadas, otros sectores se podían sumar en las otras ciudades principales del país. Todo en medio de una efervescencia popular por la supuesta indignación generalizada ante el fraude anunciado. Al unísono, la misión se completaba con la toma y control de cinco poblados rurales. “Neutralizar al enemigo, destrucción de sus instalaciones, recuperación de medios y realizar propaganda y agitación en la población”. La guerra debía darse en lo adelante en todo el país, hay clara referencia a las unidades guerrilleras y a la construcción de un ejército popular imposible de hacerlo en la ciudad.
Como es de sobra conocido, en el Plebiscito ganó la opción por el NO. Sus resultados, y, sobre todo, la neutralización de las esperadas maniobras de fraude o desconocimiento del dictador acerca de los resultados, desconcertaron a la Dirección Nacional del FPMR. En los territorios urbanos las tomas planificadas de las poblaciones se transformaron en felices marchas de milicianos junto a pobladores que, jubilosos, saludaban el triunfo del no. No obstante, a este radical cambio de la situación, la Dirección Nacional mantiene la decisión de irrumpir con las acciones rurales re-direccionando en corto tiempo los objetivos iniciales. De impedir la continuidad de la dictadura, ahora el frente demostraría que no estaba dispuesto a permitir la “perpetuación del sistema”. Ahora es “atravesarse” en la continuidad del sistema político, social y económico construido en dictadura.
El 21 de octubre se realizaron cuatro operaciones rurales. En dos poblados en el norte chico, no hubo resistencia alguna ni resonancia propagandística. No tenían policías. En los otros dos lugares se cumplió la misión de propaganda armada. En el sur, en la localidad de Pichipillahuen, bastó con las advertencias para que la policía no resistiera. Le quemaron el cuartel, sin enfrentamientos y sin costos inmediatos para los combatientes. Los megalómanos partes operativos salidos días más tarde, distorsionaban el enorme esfuerzo y voluntad que tuvieron que desplegar los combatientes y jefes para poder cumplir con tales objetivos. La mayor parte de los protagonistas venían de la ciudad y eran prácticamente nulas las posibilidades de dar “continuidad” a las acciones. Las bases en el campo aun eran incipientes y pocas. Nadie se podría sumar al “ejército patriótico” porque sus noveles soldados en pocos días volverían a desaparecer en las calles de la ciudad. El cuarto asalto es a Los Queñes, un pobladito cordillerano de la zona central, donde participa y muere el jefe del FPMR y Cecilia Magni, “Tamara”, destacada combatiente y parte de la Dirección Nacional.
Luis Rojas, señala que “la muerte con su implacable futuro obliga a descubrir su sentido. Mientras mayor sea el tiempo en que nos alejemos del 30 de octubre de 1988, en que Raúl aparece salvajemente torturado en el Rio Tinguiririca, al cumplir exactamente treinta años de edad, mayor certeza tienen sus predicciones. No hay dictador ni un legislativo de uniforme, no obstante, permanece en esencia su sistema erigido sobre las bases políticas, económicas, sociales y culturales diseñadas por los ideólogos de la dictadura. La riqueza se concentra de manera escandalosa, mientras los protagonistas de la negociación se ufanan de su triunfo, y administran y recogen fracciones del “chorreo” prometido. A la vera y como parte intrínseca del sistema, idiotizan a un pueblo con su cultura miserable basada en la banalidad y el consumo. La dictadura y el neoliberalismo fueron un medio, otra manera, otra genial fórmula de los privilegiados de siempre para defender y mantener sus privilegios ancestrales”.
Después de la muerte de Raúl, o después de la pérdida de orientación y asidero político del proyecto del Frente, la organización entró en una espiral de crisis e involución de la cual no saldría jamás. El Frente se reorganizó, Galvarino Apablaza, Enrique Villanueva y Roberto Nordenflycht, quien cae en el año 1989, asumirán la dirección de la organización. Más tarde Mauricio Hernández se sumó a la jefatura. Para la totalidad de los consultados para este reportaje, Ramiro hizo un trabajo extraordinario al interior del Frente, no obstante, él solo no podía y no fue capaz de sacar al FPMR de la desorientación política en la que cayó la colectividad.
En 1989, la Dirección Nacional del Frente lanza su campaña “No a la Impunidad”, que proponía la muerte de diversos colaboradores de la dictadura. Hubo incluso una lista pública de 50 posibles víctimas: el primero era Augusto Pinochet; el último, Jaime Guzmán. La campaña debutó con Roberto Fuentes Morrison, ex agente del Comando Conjunto conocido como el Wally, quien cayó bajo fuego del FPMR en junio de 1989. Esta campaña también acabó con la vida de Jaime Guzmán en 1991.
La fábula de los tres hermanos
Julieta, Pablo y Pedro, hermanos y militantes de la organización, fueron marcados por sangre y muerte en los primeros años del gobierno de Aylwin. En febrero de 1991, Patricio y Pedro fueron detenidos y encarcelados en la ex Penitenciaría de Santiago.
Pedro Ortiz asumió como jefe de los rodriguistas encarcelados, quienes se organizaban en un colectivo al interior de la cárcel. Corría el año 1992, y ocho miembros del FPMR, condenados bajo la ley antiterrorista, decidieron fugarse de la ex Penitenciaría. Desde afuera, Julieta Ortiz tenía críticas, y el tiempo le dio razón, de personas que estaban en la organización de la fuga; uno de ellos no cumplía con las capacidades para el éxito de la operación y otro entregó la información de lo que se estaba planeando y con esto no tan sólo arruinó la fuga, sino que también se llevó la vida de tres compañeros de Julieta, incluido su hermano menor: Pedro.
El sábado 10 de octubre a las 10:15 hrs. el grupo puso en marcha la Operación Dignidad. Tras conseguir ingresar dos revólveres Smith & Wesson y una pistola Zig Sauer, llamaron a un gendarme para realizar la rutina de búsqueda de maderas. Contemplando que los únicos gendarmes que utilizan armas son los del cerco perimetral y no los que transitan al interior, los prisioneros consiguieron reducir al guardia que los acompañaba.
Los ocho prisioneros llegaron al improvisado depósito de maderas y redujeron al guardia que se encontraba en dicho lugar, quedando solo a un portón de la puerta por donde ingresaban las visitas. En ese momento comenzaron a emprender la huida, disparando a un carcelero de la torre 8 del segundo piso, quien dio la alerta de la inminente fuga. A las afueras los esperaban tres autos acondicionados para su huida.
Cuando consiguieron abrirse camino y salir de la Penitenciaria, los rodriguistas se encontraron con un vehículo de la policía apostado justo en la puerta de la cárcel que obstaculiza uno de los autos acondicionados para la fuga. Ante el imprevisto represivo, dispararon contra el vehículo iniciándose el enfrentamiento, de esta forma los gendarmes, carabineros y policías de investigaciones se lanzaron a la cacería y aniquilamiento de los entonces ex prisioneros.
El enfrentamiento fue desigual, Pedro Ortiz murió acribillado por los gendarmes en la misma entrada de la Penitenciaria, su hermano Patricio Ortiz se devolvió, a socorrerlo siendo también brutalmente acribillado por los carceleros quienes terminan de disparar al creerlo muerto. Patricio recuerda como los gendarmes celebraban: ¡Matamos a los Ortiz!
Tras taparlos con una lona y hacerse pasar por muerto, Patricio dio señales de vida en vista de la llegada de otros policías y funcionarios, así evitó una ejecución segura.
José Miguel Martínez y Mauricio Gómez Lira huyeron hasta el antejardín de una casa particular ubicada en la calle Beaucheff #1943. Ante su captura gritaron a los vecinos que llamen a la prensa y a sus abogados, buscaban más testigos ante su inminente muerte. La policía irrumpió en la casa y balearon hasta el cansancio a los dos rodriguistas con más de 10 tiros a cada uno, incluyendo selectivos balazos en sus cabezas.
Pablo Muñoz huyó hacia el parque O’Higgins, pero su intento no prosperó, por lo que se refugió en el inmueble de calle Juan Yarur Nº 1978. Fue detenido por gendarmería, subido a un vehículo donde le descargaron una ráfaga de fusil, un policía interrumpió la eventual masacre y evitó que lo ejecutaran.
La Operación Dignidad culminó con José Miguel, Mauricio y Pedro asesinados, Pablo y Patricio recapturados con graves heridas en todo su cuerpo y Luis, Francisco y Manuel consiguen escapar de la cárcel.
Causas y azares
El año 1993, y tras el asesinato de Jaime Guzmán dos años antes, Ramiro fue detenido y condenado a cadena perpetua. Tres años más tarde, fue trasladado a la Cárcel de Alta Seguridad, en donde se encontró con Ricardo Palma, señalado como autor material del ajusticiamiento del ex senador, Pablo Muñoz y Patrio Ortiz, quienes cuatro años antes habían protagonizado el intento de fuga de la ex Penitenciaría.
Después de un largo estudio por parte de los rodriguistas, decidieron escapar por la única opción que les quedaba: por el aire. Sin embargo, había un problema, puesto que no había personal capacitado para volar un helicóptero, así que tuvieron que esperar hasta que el piloto cumpliera con su curso de formación.
El nexo entre los rodriguistas y los encargados de llevar a cabo la operación, fue la madre de Ramiro, Laura Hernández, ella transportaba los mensajes del interior al exterior de la cárcel y viceversa, sin saber lo que se estaba tramando, pero intuía que se estaba preparando una fuga. Fue así por casi un año y medio. Un día, con una cara de sorpresa, llegó a la cárcel y miró a su hijo y le dijo: ¿y tú todavía estás aquí?
El 27 de diciembre de 1996 se tenía previsto que comenzara la operación, pero cuando el comando a cargo de la fuga fue a secuestrar el helicóptero, este ya había sido arrendado y el azar retrasó la acción. Los rodriguistas al interior de la cárcel se quedaron hasta las 21:00 hrs. en el patio esperando, nadie quería moverse, nadie quería ni siquiera ir al baño por miedo de que en ese momento llegase el helicóptero. Al otro día, Laura traía un mensaje desde el exterior: no pasaba nada aún.
El 30 de diciembre era la nueva fecha. El calor en Santiago llegaba a las 33° y Patricio Ortiz le puso a sus lentes un elástico para que no se le cayeran al momento de ascender. Nadie sintió el ruido del helicóptero, pero sí el de las ráfagas de los M-16 y los casquillos cayendo sobre sus cabezas. Desde la nave soltaron un canasto blindado preparado para que los rodriguistas pudiesen subir a él, este venía con dos armas, una se quebró y la otra la tomó el Negro (Ricardo Palma Salamanca). Ramiro y Patricio prepararon el canasto y, de pronto, empezó a ascender de forma fulminante.
Patricio, en ese instante, perdió la noción del tiempo, Ricardo y Pablo se subieron rápidamente, luego Ramiro saltó y alcanzó a introducir parte de su cabeza y tronco al canasto, y cuando este estuvo en la altura de la cabeza de Patricio, saltó y se agarró del borde del canasto, soltó una mano y tomó una de las cuerdas de anclaje y logró subir una pierna, de no ser así, Patricio hubiese caído.
Ascendieron rápidamente, desde arriba todo se veía pequeño, los gendarmes no respondieron al fuego de los rescatistas. Tan solo 180 segundos después, los rodriguistas caían y quedaban empolvados en una cancha del sector sur de Santiago, la alegría era inmensa. Cuatro autos los esperaban en el Parque Brasil de La Granja, se subieron raudos en ellos y se encaminaron a casas de seguridad previstas para esta acción. Unas semanas después, ya estaban todos fuera de Chile y la Operación Vuelo de Justicia marcó el fin del ciclo político del Frente Patriótico Manuel Rodríguez.
Resumen de noticias
El próximo octubre se cumplen 30 años de la irrupción de la Guerra Patriótica Nacional, la estrategia desarrollada por el Frente para evitar la perpetuidad del sistema impuesto por la dictadura. También se cumplen 30 años de la muerte de Raúl Pellegrin y Cecilia Magni.
En memoria de estos hitos, se espera que durante el mes de octubre se inaugure un memorial en el Cementerio General en honor a los cerca de 70 muertos del FPMR, iniciativa de los ex rodriguistas, y sus familias; quienes se organizan actualmente en el Colectivo de Rodriguistas Caídos, instancia que busca rescatar la historia de todas y todos quienes lucharon decididamente y de forma frontal contra la dictadura.
Por otra parte, los rodriguistas que lograron escapar de la Cárcel de Alta Seguridad, tuvieron entre ellos distintos destinos. Ramiro lleva dieciséis años encarcelado en Brasil por el secuestro del empresario brasileño Washington Olivetto ocurrido el 2001 y el cual tenía como objetivo buscar financiamiento para la guerrilla colombiana. Mauricio Hernández se encuentra en un régimen disciplinar diferenciado, en cuatro oportunidades, sin previo aviso ni él ni a su familia, ha sido trasladado de penal y de Estado, lo que conlleva que su caso quede bajo jurisdicción diferente, por lo que la evaluación judicial de posibles beneficios carcelarios debe ser reiniciada cada vez por su abogado en los tribunales del Estado donde haya sido relocalizado. En términos proporcionales, Ramiro ha sido trasladado cada cuatro años de penal y de Estado; ha pasado por las cárceles de alta seguridad de Catandunva, Campo Grande, Porto Vhelo y Mossoró.
A su vez, Ricardo Palma Salamanca, se encuentra en Francia en espera de saber si será extraditado a Chile o si se le otorgará asilo político en el país galo, como sucedió con Patricio Ortiz en Suiza el año 2005. Mientras que el paradero de Pablo Muñoz Hoffman se desconoce hasta el día de hoy.